Hola a todos,
Hoy quiero compartirles algo más personal, algo que muchos de nosotros vivimos en algún momento pero que pocas veces nos detenemos a reflexionar y aceptar: no siempre podemos con todo.
Hace poco recibí un comentario en el blog que mencionaba la palabra “fracasar”, y aunque no voy a entrar en detalles del contexto, esa palabra resonó en mí profundamente. Y me hizo pensar: ¿cómo enfrentamos los momentos en los que sentimos que estamos fallando en alguna parte de nuestra vida?
El Caos de las Últimas Semanas
Estas dos últimas semanas han sido un torbellino. Como muchos saben, amo este blog. Es mi refugio, mi espacio para compartir reseñas y artículos, y conectar con ustedes. Pero estas semanas, simplemente, no pude.
Todo comenzó cuando mi hija, de 6 años, se enfermó. Lo que parecía una simple gripe terminó siendo más complicado de lo que imaginé: fiebre alta, noches en vela, y días enteros tratando de mantenerla cómoda. Como madre, mi prioridad era su bienestar, y en ese momento, mi mente y mi cuerpo estaban al límite.
A pesar de todo, en medio de mi agotamiento, una idea no dejaba de rondar mi cabeza: hay padres y madres enfrentando cosas mucho más graves que esto.
Cuando pasaba horas monitoreando la fiebre de mi hija, no podía evitar pensar en esos padres cuyos hijos luchan contra enfermedades graves, en las familias que pasan semanas o meses en hospitales, enfrentando miedos mucho más grandes que los míos. Esa reflexión me hacía sentir agradecida incluso en medio del caos. Aunque la situación no era fácil, me repetía: “Esto es difícil, pero no está tan mal. Podría ser peor”.
Cuando mi hija empezó a mejorar, pensé que el alivio llegaría pronto, pero no fue así. Mi esposo también cayó enfermo. Ahora tenía dos personas a mi cuidado, y las responsabilidades parecían multiplicarse. Médicos, medicinas, comidas, limpieza… parecía que nunca terminaba.
En esos días de agotamiento, me di cuenta de algo importante: la empatía y la perspectiva pueden ayudarnos a sobrellevar incluso los momentos más difíciles.
El Sentimiento de Fracaso
A pesar de esa perspectiva, había momentos en los que no podía evitar sentirme abrumada. Durante las noches en vela, mientras leía para mantenerme despierta, repetía mentalmente: “Estoy bien, yo puedo con esto”. Pero en mi interior, sabía que no era cierto. Intentaba dar el 100% en todo y, aun así, sentía que fallaba.
Quería cuidar a mi familia, pero también quería continuar con el blog, mantener la casa en orden y no descuidar las cosas que me apasionan. Sentir que no lograba equilibrarlo todo me hacía pensar que estaba “fracasando”.
Sin embargo, la reflexión sobre quienes enfrentan situaciones más complejas me ayudó a cambiar mi perspectiva. Fallar en una parte de mi vida no significa que no estoy haciendo un buen trabajo. A veces, fallar en un área significa que estamos priorizando otra que necesita más de nosotros.
La Realidad del Equilibrio
Ahí fue cuando entendí que es imposible cumplir con todo al mismo tiempo. Si enfocas toda tu atención en un área, inevitablemente descuidas otra.
Y, ¿saben qué? Está bien. Está bien sentirse abrumada, llorar, detenerse y aceptar que no somos máquinas.
Reflexioné sobre cómo nos exigimos demasiado. Queremos ser madres, parejas, profesionales y personas creativas al 100%, todo al mismo tiempo. Pero no es realista ni saludable. Aceptar nuestras limitaciones es el primer paso para encontrar un equilibrio genuino.
Cuidarnos para Cuidar Mejor
Aceptar que no podemos con todo no significa que fracasamos. Significa que estamos haciendo lo mejor que podemos en circunstancias difíciles. Aprendí que pedir ayuda no es signo de debilidad. Tomar descansos no significa que no somos capaces. Priorizar nuestro bienestar no es egoísmo; es una necesidad.
Hoy, mientras escribo esto, me siento más ligera, más humana y más conectada conmigo misma. Estas semanas me enseñaron a ser más amable conmigo misma, a valorar mis esfuerzos y a entender que está bien no tener todo bajo control.
A ti que me lees, quiero recordarte algo importante: no siempre tenemos que poder con todo. Y está bien reconocerlo. Porque al final del día, cuidarnos a nosotros mismos nos permite cuidar mejor a quienes amamos.
Gracias por estar aquí y por permitirme compartir este pedacito de mi vida contigo. Nos seguimos leyendo, con más reseñas y reflexiones muy pronto.
Con cariño,
Loli M.